martes, 27 de octubre de 2009


3.3.1. 7. El Faro de Alejandría

Construido entre 285 a. C. y 247 a. C. en la isla de Pharos, en Alejandría (Egipto), para guiar a los navíos que se dirigían al puerto de la ciudad. Al igual que la tumba de Mausoleo dio nombre genérico a todos los grandes monumentos funerarios que la siguieron, la torre de Faros (Pharos) hizo lo propio con las torres de señales para la navegación.
El Faro perduró hasta que los terremotos de 1303 y 1323 lo redujeron a escombros; en el año 1480, sus restos fueron reutilizados en la construcción de una fortaleza cercana.
El faro de Alejandría fue una torre construida en el siglo III a. C. (entre los años 285 y 247 a. C.) en la isla de Faro en Alejandría, Egipto, para servir como punto de referencia del puerto y como faro.
Con una altura estimada entre 115 y 150 metros (383 - 450 pies) fue una de las estructuras hechas por el hombre más altas por muchos siglos, y fue identificada como una de las Siete Maravillas del Mundo por Antípatro de Sidón.
El hecho de que cinco de las siete maravillas pertenezcan al mundo helenístico indica claramente el carácter helenocéntrico de la lista, y sus fechas de construcción y destrucción también indican que el concepto de las "Siete Maravillas" debió acuñarse a mediados del siglo III a. C.


Historia

Fue construido por el arquitecto Sóstrato de Cnido por orden de Ptolomeo II en la isla de Faro (Pharos), frente a Alejandría. Consistía en una gigantesca torre sobre la que una hoguera nocturna marcaba la posición de la ciudad a los navegantes, dado que la costa en la zona del delta del Nilo es muy llana y se carecía, por tanto, de cualquier referencia para la navegación marítima.
Su altura alcanzaba los 134 metros y en su construcción se utilizaron grandes bloques de vidrio que fueron situados en los cimientos para evitar la erosión y aumentar la resistencia contra la fuerza del mar. El edificio, erigido sobre una plataforma de base cuadrada, era de forma octogonal y estaba construido con bloques de mármol ensamblados con plomo fundido. En la parte más alta un gran espejo metálico reflejaba la luz del sol durante el día, y por la noche proyectaba la luminosidad de una gran hoguera a una distancia de hasta cincuenta kilómetros.
Junto con la Gran Pirámide de Giza, el faro sobrevivió al resto de las Siete Maravillas del Mundo Antiguo. Sin embargo, fue severamente dañado por los terremotos de 1303 y 1323 hasta el punto de que el viajero árabe Ibn Battuta escribió que le había sido imposible entrar en las ruinas.
Los restos desaparecieron en 1480 cuando el sultán de Egipto Qaitbey empleó los bloques pétreos de las ruinas para construir una fortaleza en el lugar.
Pharos dio origen a la palabra «faro» en la mayor parte de lenguas romances: castellano (faro), catalán (far), francés (phare), gallego (faro), italiano (faro), portugués (farol) y rumano (far).

Las evidencias de su existencia


Sobre muchas de estas maravillas se conserva una breve descripción literaria, pero no su imagen real. Así del Coloso de Rodas no se sabe exactamente cuál era su apariencia, aunque se tiene una idea aproximada gracias a que aparece representado en algunas monedas de su época; sí se descarta, debido al enorme tamaño que esto le supondría, que tuviera las piernas abiertas sobre la entrada del puerto de Rodas, como representaciones posteriores nos lo han mostrado. Sobre el Faro y el Mausoleo existen dibujos y descripciones en monedas y del Templo de Artemisa se conoce su diseño con bastante exactitud gracias a la descripción dada por Plinio el Viejo, aunque hay discrepancias respecto a su tamaño.
De las siete maravillas sólo tres fueron destruidas por causas naturales: el Faro de Alejandría, el Coloso y el Mausoleo, que fueron víctimas de terremotos. Otra (el Artemision de Efeso) fue destruida por obra humana, y debemos suponer que otras dos también (los jardines colgantes de Babilonia reducidos a ruinas junto con la ciudad y la estatua de Zeus en Olimpia destruida para evitar el culto pagano después de que el imperio romano se convirtiera al Cristianismo). Incluso la Gran Pirámide ha sufrido a lo largo de los siglos la sustracción de su revestimiento de blanca piedra caliza.

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